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Nadar con agua vivas

Hoy no voy a hablar de Londres, ni de migración. Apenas un instante de esos que pueden pasar desapercibidos o aquellos que le cambian la vida a alguien.

Cuando era chica me daban terror. Me metía al mar con muchísimo miedo de que ‘me picaran’. En realidad no pican sino que al tocarnos con sus tentáculos con cientos de células urticantes o nematocistos queman nuestra piel. Son seres pasivos y parientes de las anémonas que habitan la tierra desde hace unos 500 millones de años.

Con este preliminar vengo a contarles que en las últimas semanas descubrí el canal del Acuario de la Bahía de Monterey en YouTube donde tienen una cámara en las peceras de las aguavivas. El espectáculo es hipnótico. Muchas veces lo veo antes de irme a dormir, momento en el que puedo quedarme mirándolas pasearse delante de la cámara con absoluta fascinación. A veces parecen hologramas, ilustraciones, algunas incluso brillan y es imposible describirlas sin volver a sentir el éxtasis que me producen y también, la calma. Sus tentáculos danzan en el agua, se deslizan, crecen y se retraen creando formas e ilusiones ópticas deslumbrantes.

No dejen de verlas. Y después me cuentan.

 

 

 

 

 

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